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jueves, 28 de abril de 2016

Hola, soy KALEY CUOCO. Tal vez me recuerden de...

Kaley Cuoco parece la típica chica Disney y no porque haya estado acumulando escándalos y rehabilitaciones, que por lo que se sabe de ella lleva una vida tranquilita. No sé por qué, pero según la ves te da la impresión de que ha crecido en esas series de Disney Channel y lo cierto es que no. Lleva actuando desde niña, sí, pero con las orejitas de Mickey ha tenido poca relación. Quizá por eso es una de las actrices de su generación que mejor trayectoria ha llevado y de las que tiene pinta de seguir así en el futuro.




Si no conoces The Big Bang Theory es que vives debajo de una piedra, sin ofender, que hay piedras muy bonitas. Pero esto es así. Y si conoces The Big Bang Theory, conoces a Kaley Cuoco. También es así. Actualmente es mundialmente conocida por esta serie… creo que empiezo a parecerme a Joey Tribbiani con su dar y recibir… Bien, Kaley lleva, de momento, 9 maravillosos años interpretando a Penny y esos son los años que llevamos sin saber su apellido, cosa que me encanta porque le da una singularidad al personaje. Además, durante casi tres temporadas, fue la única chica en el reparto principal. Un reparto lleno de frikis y científicos, dónde también es la única “normal”, con lo que se puede decir que Penny destaca bastante. 
Una actriz fracasada/camarera que se ganó el cariño de todos en cuanto llegó al edificio dónde viven Sheldon y Leonard y que ha ido evolucionando hasta el punto de que no voy a dar spoilers, ¿qué os habéis pensado? Porque puede que haya alguien que no haya visto esta serie, claro que puede. Pero cómo he dicho, todo el mundo sabe cuál es. Así que, hasta la fecha, este es el papel de más éxito de Kaley. 



Pero no ha sido el único, en absoluto. Anteriormente, en 2007, apareció en dos episodios de Prison Break. No fue un papel demasiado importante, pero la serie era un pelotazo en aquella época y Kaley ya era una cara muy conocida, por lo que supuso un gran cameo y para ella un buen escaparate para asomarse y decir “eh, que sigo aquí”. Porque a lo tonto, se tiró un año sin hacer ninguna serie. Pero por mucho tiempo que pasara, yo nunca me hubiera olvidado de su anterior papel. Y ese no fue otro que Billie Jenkins

En 2005, Kaley interpretó a esta bruja adolescente (que Sabrina no fue la única, a ver que se cree) en la última temporada de Embrujadas. Y precisamente por eso, porque ya estaba acabando, el personaje de Billie fue un gran soplo de aire fresco y alguien clave que trajo una de las mejores tramas que hubo, en mi opinión, y que fue el desencadenante en el buenísimo final que tuvo esta serie. Sé que mucha gente opina justo lo contrario, pero oye, entre tantos seguidores es imposible que todos coincidamos, ¿no? Lo que creo que nadie puede negar es que Kaley hizo una interpretación fantástica, y no porque tuviera poderes, y contaba sólo con 20 añitos. 



Antes, durante y después, entre 2004 y 2008, se aficionó a las series de animación y puso su voz a tres de ellas: Loonatics Unleashed, Brandy & Mr. Whiskers y Monster Allergy, estas dos últimas como protagonista. Así que cuenta con bastante experiencia en el mundo del doblaje también, porque no es lo único que ha hecho. Ha sido una de las Bratz tanto en cine como en un videojuego y también podemos oírla en la actual Alvin y las ardillas de 2015. Buena voz la de esta chica. 

Y nos vamos a 2002, al punto álgido de su carrera. Bueno, a lo mejor no tanto, pero fue dónde se hizo conocida. Hablo de la serie 8 Simple Rules for dating my teenage daughter, traducida en España como No con mis hijas. Si hicieran un concurso sobre traducciones que no tienen NADA que ver con su título y absurdas, no sé yo si no ganaría esta… No con mis hijas ¿qué? ¿Qué voy a todas partes sin ellas? ¿Qué ni se te ocurra ponerles una mano encima? En fin. En esta serie, Kaley interpretaba a Bridget Hennessy, la hija mayor del matrimonio formado por la eterna maravillosa Katey Sagal y el no menos genial John Ritter, para quien fue su último papel ya que murió cuando aún estaban en producción. 
Bridget también era la más revoltosa, desobediente y por tanto, la que más traía de cabeza a sus padres, lo que viene siendo la típica adolescente. Tres temporadas en antena que no destacaron demasiado, sin embargo a mí me encantó y desde esta serie, Kaley ya me llamó la atención como para empezar a seguirla hasta día de hoy.



Yendo más hacía atrás, que me gustan a mí las vueltas al pasado, nos encontramos con la serie de Ladies Man del año 2000, uno de los muchos intentos de Betty White de volver a reinar en televisión y dónde Kaley intervino durante varios capítulos como remplazo de una de las hijas. Se va la actriz y ¿para qué ausentar al personaje? Mejor poner a otra, ¿quién va a fijarse en algo así? Pero bueno, fue el primer papel semi largo de Kaley y le ha ido mucho mejor que a Shawna Waldron, a quien sustituyó, así que… 


Antes de eso, comenzó con papeles pequeños, como casi todo hijo de vecino, en las series Siete en el paraíso, Ellen, Es mi vida (dramón adolescente con un desconocido Jared Leto como uno de los protagonistas) o Doctor en Alaska, estas dos últimas en 1994, con 9 años. Toda una monada. 

Fueron las primeras series en las que participó, porque no debutó en una. Lo hizo en 1992 en el telefilm Quicksand: No escape, con Donald Sutherland y Felicity Huffman nada menos. Kaley interpretó a su hija y la de Tim Matheson. Estas películas para la televisión suelen ser de dudosa calidad (aunque yo soy de esas fervientes defensoras de los telefilms, dicho queda), pero no todo el mundo tiene la oportunidad de trabajar con grandes actores, cuanto menos debutar y además la niña se llevó una nominación a los Young Artist Awards como mejor actriz joven. Hombre, no son los Emmy pero no está nada mal para su primer papel. 



Cuenta con más telefilms en su filmografía, pero otro que merece la pena destacar es el que hizo en el 2000, titulado Growing up Brady. Ahora se han puesto de moda las películas no autorizadas con lo que se cuece detrás de las cámaras en las series, pero la NBC se adelantó a la época con esta basada en los actores del clásico La tribu de los Brady
Aunque sí estaba autorizada, al menos por el actor Barry Williams, porque está basada en su libro. El papel de Kaley no es otro que el de Maureen McCormick, la actriz que interpretaba a Marcia Brady. Adam Brody (un lío esto de los Brody y los Brady, ¿lo habrán hecho aposta?) hacía del propio Barry Williams. Lo más interesante que se cuenta es que hubo un rollo entre estos dos hermanos ficticios, pero no en todas las series se van a tirar los trastos a la cabeza, ¿no? 



En cuanto a cine, tampoco se puede quejar mucho. En la primera película que participó fue en Vituosity, con Denzel Washington y Russell Crowe en 1995. También ha trabajado ya con más protagonismo en The Penthouse, Hollow, secuela de Sleepy Hollow, The Last Ride, Killer Movie, con Leighton Meester, Paul Wesley y Torrey DeVitto (ya hablaremos detenidamente de esta película) y recientemente en la malísima El gurú de las bodas, que no todo va a ser bueno y se llevó un Razzie este mismo año por esa película y yo al guión le hubiera dado cuatro por si se les va perdiendo.



Como se ve, Kaley ha tenido una muy buena carrera que seguro que no se parará con Penny, a la que espero que le queden aun unos años, pero espero ansiosa su próxima serie. 
Y si alguien creía que Kaley Cuoco sólo era Big Bang, ya podéis decirle que no.

jueves, 21 de abril de 2016

Destripando el piloto de Sensación de Vivir

A Sensación de Vivir (traducción patrocinada por Coca Cola), se la podría considerar la madre de todas las series teen. Viendo tantas como he visto de ese género, todas tienen alguna influencia suya, incluso las más actuales. Por ello es uno de los mayores referentes de los 90 y supuso un fenómeno sin precedentes, eso nadie lo puede negar. Toda una década en antena la respalda, pasando de adolescentes a adultos sin recurrir a la trampa del salto de cinco años. No. Diez añitos ahí aguantando con sus caras guapas.
Y es una de esas series que se conserva bien con el paso del tiempo. Impactaba más en su época cuando estabas deseando crecer y ser como ellos, o ya tenías su edad y veías que no te pasarían las mismas cosas ni en un millón de años, pero hoy en día se puede ver bien a gusto. Causa sus risas, pero muchas cosas siguen molando. Y sí, en pleno 2016 la estoy viendo otra vez. Porque yo nunca (momento confesión) la he visto completa. He visto muchísimos capítulos, casi temporadas enteras y conozco toda la historia. Personajes, relaciones, el final… todo. Pero nunca la vi completa. Para mí es todo un sacrilegio al que he puesto fin ahora porque son los años que me he tirado intentando conseguirla, no es broma. Pero, eh, más vale tarde que nunca, ¿no? Si cuando digo que las series de los 90 merece la pena verlas sea la época que sea…



El capítulo piloto, titulado Clase de Beverly Hills, se estrenó en 1990. Un capítulo de 90 minutos de duración, lo que viene siendo igual a una película, que en una serie como esta me resulta excesivo. Pero para ellos está claro que no, ya que tiraron la casa por la ventana y lo editaron en VHS y todo, cuando aun no se llevaba mucho eso de sacar las series a la venta y menos aun en ese formato. Toda una joya de colección.
Pero no es lo único que comentar de este episodio, ¡ni mucho menos! Hay muchas más perlas que destacar y que merecen, cómo bien me dispongo a hacer, una mención completa.

Mi teeesorooo. Rebobinada y todo, esto en el videoclub no lo hacían  


Cómo no podía ser de otra forma, quien abre el telón de la serie es Brandon Walsh, despertándose con el sonido de un dinosaurio y eso que aun no se había estrenado Jurassic Park. En la habitación de al lado está su hermana Brenda (padres muy orinales), sin saber qué ponerse porque básicamente toda su ropa es hortera y eso, siendo la nueva de turno en un instituto, no se puede consentir. Interesante primera escena donde ya queda claro quiénes van a ser los protagonistas. ¡Faltaría más! que estamos hablando de Shannen Doherty

En los créditos faltaba la sintonía que tan famosa se hizo también (y con todos sus motivos, porque mira que me encantaba) y se presenta igualmente como si fuera un telefilm, los nombres apareciendo en las escenas, con una Tori Spelling ocupando el penúltimo puesto del reparto, ahí camuflada para parecer una más y no la hija del jefe.

A levantarse, que lo voy a petar. Lo sabes y lo sé 


Esto para Beverly Hills como que no pega, ¿no?


Y una vez conocidos a los dos hermanos (mellizos nada menos) recién llegados de la fría Minnesota al guay Beverly Hills debido al trabajo de su padre, nos falta el resto de lo que va a ser la pandilla. Algo que siempre me ha gustado de 90210 (aparte de ese código tan molón) es que, aunque en las siguientes temporadas fuera llegando cada vez más y más gente sin sentido, su reparto original siempre estuvo ahí desde el principio hasta el final. Excepto Shannen yo nunca termino una serie Doherty, por supuesto. Andrea creo recordar que tampoco, pero ¿a quién le importaba Andrea?
Así que, aunque no siguiera la serie de forma continua, estaba familiarizada de sobra con todos los protagonistas y en el piloto, más que conocerlos a ellos, lo que me interesaba era recordar cómo empezaba su historia. Que historia historia no es que haya mucha aunque tengan hora y media para presentarlos, pero ya se va viendo de qué pie cojea cada uno. 

Mi querida Kelly Taylor, la rubia con cara de estar perdonándote la vida en todo momento, ha pasado el verano operándose la nariz y gracias a ello, ahora ya sí es mona y popular según insinúan, que yo no digo nada. Prácticamente lleva una vida independiente porque su madre se preocupa más por su nuevo novio (y por la botella) que por ella. Siempre fue mi favorita (lo siento Brenda). Veremos si con mi nueva visión de la serie cambio de parecer o no. 

Steve Sanders, el otro rubio pero más graciosete, fue su novio, dejándolo ella después de un año, aunque él le cuente lo contrario a todo el mundo. Es el típico creído (aunque de qué presume sólo lo sabe él) y su madre es una actriz famosa, por lo que el chaval nada en pasta. Pero no es el único, cómo tampoco lo es el que se le vayan los ojillos detrás de Kelly.

Un pequeñajo David Silver, el que más tarde será su hermanastro, también va detrás de ella. Bueno, y de toda la pandilla, porque quiere encajar y ser popular y guay ya que el pobre es un pringadillo junto con su, por entonces, inseparable amigo Scott (lo suyo sí que fue un dramón). Madre mía, con lo que me gustaba Brian Austin Green, no recordaba que al principio era tan enano y afeado. El trauma que me he llevado es poco. 

¿Dónde está tu tocha?
Te gusta, ¿eh? Lo siento majo, ya eres historia
Tío, ¿por qué no molamos? ¿Qué es lo que falla?

Luego estaba Donna Martin, la amiga. La pegote. No me cabe duda de que escribieron este personaje sólo para ella. En plan, tenemos que darle un papel a esta chica sí o sí ¿cual puede ser? Venga, pon ahí una al lado de Kelly y ya está. No se conoce nada de ella en este capítulo. Ni en el próximo, ni el próximo… conste que me cae bien Tori Spelling y Donna me gustaba mucho, pero era un poco descarado. Menos mal que luego sí que va teniendo cada vez más protagonismo (Donna Martin Graduates!) y merecido oye, que es muy graciosa y maja ella, más que el resto del reparto femenino, las cosas como son, y encima no armaba broncas.

¿Quién faltaba? Ah sí, Andrea Zuckerman. En serio, ¿a alguien le gustaba Andrea? Ya se ve desde el primer episodio lo irritante que es. Tan seria y repelente, con un histerismo dirigiendo el periódico como si fuera el New York Times… que estás en el instituto tía, aunque ni tú te lo creas. Era como un constante yo que pinto aquí entre tanto guapo y pijo. Estoy a favor de que los personajes han de ser diversos, pero ella está más fuera de lugar que Sheldon Cooper sentado en el medio de su sofá. Dudo que en esta revisión consiga caerme bien. 

Y cómo no, los padres de Brendon (fusión, para abreviar), los señores Walsh. Son algo así como los padres perfectos. Los padres que cualquiera en Beverly Hills querría tener. Los de David están divorciados. Kelly a su padre ni le ve y su madre va por el cuarto divorcio. Steve al suyo aun menos y su madre sólo tiene tiempo para trabajar y Donna no sabemos todavía, insisto.
Pero ellos escuchan a sus hijos, ellos los comprenden y los quieren de verdad. Y, asombroso, entre ellos también se quieren. Vamos, que allí todos tienen cochazos y unas mansiones de impresión, pero el verdadero lujo es tener unos padres así. 



No soy la sombra de Kelly
Con este estampado yo creo que cuelo por una de 16
Jim y Cindy Walsh. Cenas, Navidades, bodas... nuestra casa está abierta para todo

Y una vez hechas las presentaciones, seguimos con EL ARGUMENTO. Perdón, que me emociono. Los hermanos Walsh llegan al instituto, el mítico West Beverly, más perdidos que Paris Hilton en un rastrillo. No es para menos, porque encima de no conocer a nadie, eso no tiene nada que ver con su ambiente. Que llegas allí y te encuentras a un aparcacoches y ya no sabes si estás en el instituto o en El Plaza. Normal. 
Brandon, que no se dio cuenta de que habían cambiado de año y aun seguía con sus greñas ochenteras, se cuela en el periódico porque ya escribía en Minessota, pero sin convencer demasiado a la sargento Andrea. Lo que sí la hace es tilín, así que no pierde nada con probarle. Cómo redactor. También conoce a Steve, pero se queda más solo que la una para comer. Momento duro. 

Brenda tuvo más suerte, porque conoció a Kelly. Flipando me hallo con su primer encuentro: Kelly está sola en el laboratorio (¿Por qué si es la más popular? Me hago la misma pregunta) y llega la chica gordita a sentarse con ella. Claro, no le va a decir que ni se la ocurra porque ¿cómo iba ella a tener de compañera a alguien que pesa el doble? que será superficial, pero de grosera nada. Así que se le ocurre decir que ese sitio ya está ocupado. ¿Por quién? Pues la primera que entra por la puerta, mismo. Y esa no es otra que Branda Walsh, quién flipa porque cree que la ha confundido con otra. Eso sí que es llegar y vencer. Ya tienes con quien sentarte en ¿biología? y además te va a poner al tanto de todo lo que tienes que saber para ser una chica Beverly Hills. Se enciende el fuego señores, así es como nace la mítica amistad entre Kelly y Brenda, ¿a qué es bonito? Nunca el ser tan oportuna dio tanto juego. También se hace amiga de Donna, la que aun no habla, en esa hora de comer. Encima la invitan a la primera mega fiesta del año, aunque allí se hace una todos los días, en la mansión de una tal Marianne Moore, que lo ha anunciado a bombo y platillo. Ah no, con un mensaje sobrevolando el instituto en una avioneta, lo más típico. 
No la conocen, pero una fiesta es una fiesta. Chúpate esa, Brandon.

Pero al final él también va a la fiesta y sigue sin gustarle el ambiente pijo que se cuece en Beverly Hills. Pero que si hay que subir posiciones, se suben. No hay problema. Pues se lía con la anfitriona. ¿Qué dices a eso Brenda

Sí, esa de allí. De toda la vida, en serio 

¿Yo? ¿Se te ha subido la rinoplastia al cerebro? 

Brenda te lo juro, este es el comienzo de una hermosa amistad

Pero la fiesta da para mucho más. David, que se ha colado allí junto con Scott en su intento por ser alguien, se ofrece a ayudar a un bebido Steve. Vamos, más bien se pega a su espalda porque se ha enterado de que es el hijo de Samantha Sanders. Él no puede conducir y, sin saber lo que hace, obviamente, David termina llevándole a casa en su coche. El mismo David que no tiene ni carnet. Así pasa, que el niño bonito de Steve, su carísimo Corvette, queda hecho un cromito. No sólo tiene que pasar por la humillación de que un novato ha conducido su coche, sino que encima se lo ha destrozado. La suerte es que Steve no sabe quién es ese niño, como diría Madonna. Suerte para David, claro, porque Steve se pone a buscarlo por todo el instituto y no para darle las gracias precisamente. Es que hay que tener cuidado con lo que se hace para ser popular. Y sí, al final le pilla porque se ha dejado la gorra en el coche… Prometo que David va siendo más espabilado con el tiempo.

Cómo Brenda, que Kelly la convence para falsificar su DNI (o como se llame allí) e ir una discoteca. Con lo buena chica que es Brenda, le parece la mayor locura del mundo. Pero venga vale, que hay que encajar. Kelly se pone manos a la obra y con un lápiz pone unos añitos de más en sus carnets. ¿En serio, Kelly? ¿Con lápiz? Pero de noche todos los gatos son pardos y cuela. Aunque sólo el de Brenda. ¡Pero si están iguales! Da igual, Brenda tiene que vivir su primera experiencia de mayores. Y allí conoce a Jason, (que resulta ser Miles Colby, el de Los Colby de Dinastia. Reciclando actores) que tiene 25 años y Brenda se hace pasar por universitaria. Menuda lagarta.


No seas tonta tía, que el lápiz no se borra aquí

Su hermanito tampoco pierde el tiempo y le pregunta a Andrea dónde puede llevar a su cita a cenar. Ya ves tú, la ideal para eso, pero le manda a un sitio con ojillos de ojalá se os atragante la comida por no llevarme a mí. Total terminan en el jacuzzi de Marianne, ¡hala! La cosa se pone calentita, pero Brandon ya va demostrando lo buen chico, serio y responsable que es y decide ponerle freno. Marianne que no está acostumbrada a estas cosas, se lo agradece mandándole flores en mitad de una clase de español, vamos ¿quien no ha recibido rosas alguna vez entre lección y lección? Steve empieza a preguntarse qué ha hecho Brandon para tal detalle y los demás chicos insinúan lo que parece evidente. Y Brandon no es que lo niegue.
Así que en plena radio del instituto, que suena en plan megafonía, lanzan el rumor de que el recién llegado se ha beneficiado a la millonetis de Marianne. Aprende Reina Cotilla, no será tecnología actual pero sueltan los cotilleos dando la cara. Se quedan todos locos, sobre todo Brandon ya que la chica se piensa que él ha ido contando mentiras para hacerse con un nombre y se pone hecha una furia. Y Andrea también, como si pintara algo en ese asunto, pero le parece fatal, o sea fatal lo que Brandon ha hecho.

Chaval, yo llevaré un pedal pero tú no llegas a los pedales. Jajaja soy la monda 

Uy, creo que le he hecho un rasguño a tu coche

Vamos a empezar la serie con un buen mensaje, así que quietecita 

Y Brenda mientras en su mundo, creyendo que va en serio con Jason. Primero va a su casa y le corta el rollo, debe ser cosa de familia, pero luego está convencida de que él va a ser el primero con el que se acueste. Hasta va a una cena con unos amigos suyos y queda fatal, porque no tiene ni idea de sus conversaciones de mayores. Al final decide contarle la verdad, que tiene 16 años y que aun va al instituto, ya que Kelly cree que si la quiere de verdad eso no le importará. No sé con cuantos tíos veinteañeros habrá salido la rubita, pero eso con Jason no funciona y se lo toma como si hubiera sido una broma de colegialas y hasta amenaza con denunciarla. Hijo, ni que te hubiera quitado los ahorros y se hubiera ido a Panamá, relax.

Pero es hora de demostrar de qué sangre están hechos los Walsh, los valores que sus padres les han inculcado y cómo se hacen las cosas en Minnesota.
Brandon cuenta la verdad por la radio, que con Marianne no pasó nada de nada y que no está bien lo que hizo. No hay aplausos ni nada de eso, pero Marianne le agradece que haya dicho la verdad. Eso sí, de volver a salir con ella que se olvide.

Hermana, nos hemos desmadrado. Esto no puede ser 

No suelo conceder entrevistas, pero quería anunciar que en el próximo capítulo me corto el pelo

Brenda le confiesa a sus papis lo malota que ha sido, que los ha estado mintiendo, que ha sacado malas notas porque tenía la cabeza en las nubes con el chico nuevo… todo un mar de lágrimas. El primero de muchos, que no se ha ganado el título de Drama Queen por su cara bonita.

Pero para malota, Andrea. Sí, sí, la mosquita muerta, menuda… Brandon va todo orgulloso a decirle que si ha escuchado su confesión por la radio y demostrarla que no es el cerdo que ella piensa, que vaya cartel le cuelga al muchacho. Y por supuesto, ella no escucha esas cosas. Ni va a fiestas. Ni hace nada que no tenga que ver con los estudios. Brandon no se queda conforme y va detrás de ella a convencerla de que él no es así, yo no entiendo por qué le importa tanto su opinión… pero, después de darle un repaso al aparcamiento, ve como se sube a un autobús. Ajam, así que no tiene un cochazo como todos los demás de West Beverly.
Y como no lo ve muy normal, la sigue. No se va a quedar con la intriga. ¿Y qué descubre? Que vive en un barrio pobre, en un distrito que claro que no tiene nada que ver con el de Beverly Hills, es decir, que no le corresponde ir al instituto al que va. La muy pillina hizo trampas para poder recibir una buena educación y le hace prometer a Brandon que no dirá nada porque si no la echarían de allí. ¿Qué te parece? La santurrona también es una mentirosilla y ahora ya no puede dar lecciones de moralidad a Brandon, que lo de Marianne queda más que olvidado para ella y le invita a su casa como si nada, porque por fin puede llevar a un amigo. Esa lo que quiere es pillar cacho.


Mira majo, esta rosa te la metes por donde te quepa. A mí flores de rebote no

Mi primer desengaño amoroso. Jo

Mami lo siento mucho, no volveré a ser mala hasta que conozca a Dylan

Para cerrar el capítulo, los dos hermanos se sinceran después de lo que ha pasado y se medio cuentan que siguen siendo vírgenes. Toma. También hacen balance de sus primeros días en Beverly Hills y llegan a la conclusión de que es muy diferente a Minnesota. Bravo. ¿Habrán tenido que pensarlo mucho?

¿Y Dylan? ¿Dónde está Dylan? Otro disgusto que me llevé. Dylan no sale en el piloto. No lo recordaba y yo ahí esperando a mi Luke Perry en su primera escena como agua de mayo y nada, ni se asoma. Qué se le va a hacer, lo bueno se hace esperar. Y es que, al igual que era Team Kelly, también era Team Dylan. Que si, que Brandon es muy guapo y es el yerno que toda madre se muere por tener, pero soso es un rato. Claro, que Dylan a veces era demasiado cabroncete, pero eso ya es más adelante.


Pues esto de Beverly Hills no está tan mal

Y así es el primer episodio de muchos, 293 para ser exactos, de Beverly Hills 90210 Sensación de Vivir, Sensa para los amigos. Esto promete darme de nuevo muchas emociones y, por qué no, cosas para escribir. Que lo del blog tampoco se llevaba por esos tiempos.


miércoles, 13 de abril de 2016

¿Te acuerdas de... Somos Diez?

En los años 80, las series familiares eran eso, familiares. De las que daban buen ejemplo, con hijos responsables de comportamiento idílico y que si se metían en algún lío, por supuesto lo solucionaban hablando con sus padres, que los escuchaban y comprendían porque confiaban en ellos y sabían lo arrepentidísimos que estaban. También había muchas series así en los 90 y oye, no nos engañemos, nos gustaban y mucho. ¿O no? Pero admitámoslo, no era real. Alguna familia habría y habrá así, yo no me meto con el estilo de vida de nadie, pero no es lo común.

Lo común es que los padres discuten entre ellos, llegan cansados del trabajo y no tienen ganas de “aguantar” a los niños. Los adolescentes son rebeldes y hacen todo lo contrario de lo que dicen sus padres y no, no siempre los pillan. Pero en el caso de que lo hagan, no dan sermón y abrazo, hay castigo y se acabó. Eso es una familia de las normales. Aquí, en Estados Unidos y en la Conchinchina. Matrimonio con hijos fue una de las primeras series en tener a una de esas familias y Los Simpson, otra. Y se agradecía ver en la tele familias un poco más reales.

Pero entre medias de las dos, hubo una que superaba lo que era tener un desastre de hogar, más que nada porque tenían más hijos que en las dos juntas. Ocho en concreto.


















Somos Diez era una comedia estrenada en 1988 partiendo de Los Problemas Crecen. Sí, un spin off en toda regla.
Conocimos a Graham Lubbock (Bill Kirchenbauer) como profesor de Mike Seaver y nada más, ahí estaba el hombre con sus cosas. Pero cierto día (jugando al basket con amigos... Lo siento, era inevitable) decidieron despedirle sin más, recortes de presupuesto o algo así (una no ve ese capítulo todos los días), y Mike emprende una protesta para que eso no pase. Momento mítico cuando se juntan las dos familias cenando en casa de los Seaver y ya nos presentan a todos los Lubbock, nueve miembros y el décimo en camino. Mas apretujados no podíann estar en esa mesa... Al final, como muchas manifestaciones, no sirve de nada y Graham tiene que dejar el colegio. Pero con la suerte de que en seguida le ofrecen un nuevo trabajo en California, así que cogen sus bártulos y se lanzan a la carretera atravesando el país en su coche, secuencia que podemos ver en la intro de la serie.

Y ahí es donde empieza Somos Diez. La nueva escuela de Graham, que aparte de ser profesor es entrenador, es privada católica. La peculiaridad es que es un colegio de chicos y sus hijas son las únicas chicas que estudian allí. Claro, el hombre se volvía loco tratando de evitar que miles de tíos quisieran ligar con ellas y más aun que ellas aceptaran.



Ellas cuatro eran lo contrario la una de la otra y el máximo dolor de cabeza de su padre.
Marie (Heather Langenkamp), la mayor, estudiaba para ser monja. Wendy (Brooke Theiss) era la rubia ambiciosa, cada capítulo podía estar con uno fácilmente (nunca mejor dicho…), incluidos Matthew Perry y Matt LeBlanc. Cindy (Jamie Luner) no era tan ligerita, aunque sí de cascos, pero también tenía sus muchos ligues. Y Connie (Jo Ann Willette) la inteligente, que no tenía tantos amoríos como quisiera. Luego estaban los dos pequeños: JR (Matt Shakman), fanático del gore e incomprendido entre tanta mujer y Sherry (Heidi Zeigler), una niñita repelente que le daba mil vueltas a todos sus hermanos. También había dos bebés, Harvey y Melissa, que sólo estaban para hacer bulto porque si no la serie no se llamaría Somos Diez…
La madre, Elizabeth (Deborah Harmon), era quien tenía todos mis respetos porque la mujer hacía todo lo que podía entre tanta locura y, aunque ella tampoco estaba muy pa’lla, demostraba un poco más de paciencia que nadie.
Otra cosa no tendrá esta serie, pero personajes unos pocos ¿eh? Algunos secundarios también eran muy destacables como el padre Hargis, jefe de Graham y un cura algo “anormal” o Gavin Doosler, uno de los alumnos del colegio que estaba perdidamente enamorado de Marie y Connie, le daba igual.


Debo decir que yo recuerdo esta serie vagamente, fue una de las pocas que no grabé en VHS (me tiro de los pelos ahora mismo) y no está para conseguirla ni por debajo de las piedras. Vaya, no podría hablar de ningún capítulo en concreto, pero sí decir que era una sitcom como todas las demás, vivencias de la familia en dónde cada capítulo destacaban a uno de ellos, pero con más peso siempre en las cuatro mayores. No tenía más, pero sí que era diferente y especial en la familia en sí.
Como dije, eran un desastre. No podían llevarse peor, la casa era una leonera, el padre pasaba de todo… todo ello contado con un humor muy bestia, no muy típico en esa época. Yo no me reía con una serie tanto como con esta, fue mi primera gran comedia. Algunas tramas eran de lo más locas, como el hecho de que de repente las chicas formaran un grupo y se pusieran a cantar en una pizzería. Venga, todo el mundo canta sin más en las series. A lo mejor Zack Morris soñó con esto por ellas…

Y lo que me gustaba era el cuarto que compartían ellas, el ático. Si ya es difícil compartir una habitación entre dos, siendo cuatro se formaba cada una ahí…


Mis personajes favoritos eran Wendy y Cindy, sin duda. Eran las dos que la liaban siempre y tenían una compenetración increíble. Wendy era la de las ideas malignas y Cindy la seguía en todo, porque tampoco es que se enterara de nada, la pobre era ignorante a más no poder. Me encantaban. Casualmente después, una salió como secundaria en Sensación de vivir y la otra con un personaje principal en Melrose Place (No es difícil saber cual es cual). Parece que a Spelling le llamaron tanto la atención como a mí.

Pero sí, Somos Diez no tenía un mal reparto en absoluto. Heather Langenkamp ya era una cara muy conocida cuando empezó la serie, pues era nada menos que la protagonista de Pesadilla en Elm Street (la primera, la original) y también de la tercera parte. Brooke Theiss salió en la cuarta y Jo Ann Willette hizo un papelito en la segunda. ¿Qué tenían las Lubbock para el señor Krueger? Sólo faltó Jamie Luner, pero ella el éxito le llegó un poco más tarde de esta serie y, por lo que veo, también está siendo más duradero.



Mucha gente compara esta serie, o directamente la llama copia de Con Ocho Basta. En mi opinión en lo que se parecen es el número de hijos, porque la primera era más convencional y además el padre se volvía a casar y su nueva mujer también aportaba hijos, así que casi se puede asemejar más con Paso a Paso que con Somos Diez, pienso yo.
Sea como fuera, no debió de cuadrar nunca demasiado porque sólo duró tres temporadas, la primera de cuatro capítulos, por eso hoy en día no es de las más recordadas. Una de las muchas injusticias del mundo seriéfilo.

Pero yo sí que la recuerdo como una de mis favoritas. Los Problemas Crecen será la serie madre, pero personalmente me quedo con los Lubbock. Es de esos spin off que, para mí, superan al original.



Si alguien tiene oportunidad de verla, primero que venga a decirme dónde y luego recomiendo que la vea. Ese tipo de humor va bien con cualquier década.