Páginas

martes, 31 de mayo de 2016

Hola, soy MATTHEW LAWRENCE. Tal vez me recuerden de...

Matthew Lawrence, Matt así en confianza (y porque es más corto), es un actor al cual llevo viendo ¿toda mi vida? Pues podría sonar exagerado, pero yo creo que se acerca mucho y es que él lleva actuando casi toda su vida, concretamente desde los 4 años. Así que a mucha gente le pasa como a mí. Aunque hay que admitir que no es todo lo conocido que esos años de carrera dicen.



Para hablar de su papel destacado más actual, hay que remontarse a 1997 nada menos y ese no es otro que Jack Hunter en la serie Boy Meets World, Yo y el mundo en su, como siempre, magnifica traducción española, donde estuvo hasta el año 2000. En ella, Matt era el hermano de Shawn Hunter, el amigo inseparable de Cory y al que muchos consideraban el autentico valor de la serie. No soy de esas, por si os interesa. Jack en cambio, sí que me parecía un personaje interesante sobre todo porque estuvo presente en la etapa universitaria, donde las series juveniles suelen perder fuelle. Así que era como la alegría renovada, aparte de para la vista, no voy a mentir.



Anteriormente, en 1995, protagonizó la serie Brotherly Love junto a sus hermanos reales, Joey y Andy Lawrence. En ella, interpretaba a Matt Roman, el hermano mediano que bueno, básicamente ese era todo su papel ya que la serie sólo contaba la vivencia de esta familia. Lo que llamaba la atención era que, por primera vez, se podía ver a los tres hermanos más famosos, hasta que llegaron los Jonas Brothers, trabajando juntos. Y es que Joey ya era todo un superstar en aquella época y ver a sus hermanitos con él, prácticamente haciendo de sí mismos, era algo memorable. Por lo demás, una sitcom como otra cualquiera.



En 1994 también fue protagonista de otro show, esta vez de Superhuman Samurai Syber-Squad, vamos algo cortito y fácil de recordar. Aquí interpretó a Servo, líder del Equipo Samurai, que es algo así como los Power Rangers pero con ordenadores y videojuegos. Yo no he visto esta serie, pero por las imágenes y demás, no sé si es un plagio descarado o un homenaje entrañable o sólo una desafortunada coincidencia, pero una panda de chavales se tele transforman por medio de un reloj (vale, lo de los Power Rangers era matamorfosearse) y hay robots que son llamados para convertirse en un robot aun más grande… sin ir más lejos (para qué vamos a cansarnos), la serie iba a llamarse PowerBoy, pero querían evitar confusiones. ¿No habrían querido decir demandas?  El caso es que Matt no llegó a la gloria precisamente con esta serie de tan solo una temporada, eso sí, de 52 capítulos. ¿A que ahora los 34 de Melrose y Sensa os saben a poco?



Pegamos otro salto atrás hacía 1991 para encontrarnos con otra de esas muchas series intrascendentes. Drexell’s Class trataba sobre el profesor de una escuela, que solo trabaja como tal mientras termina de pagar sus impuestos atrasados, sin tener mucha idea. Matt tenía el papel de Walker, uno de los alumnos de ese colegio o instituto, que sé yo. El reparto contaba también con unos desconocidos por entonces Brittany Murphy y Jason Biggs, así como los veteranos Dabney Coleman o Dakin Matthews. Y como no sólo de caras famosas sobrevive una serie, se despidieron a los 18 episodios. Hay resfriados que son más duraderos.

Por suerte, su hermano Joey estaba siempre ahí para respaldarle. Y no estoy diciendo que le enchufara, pero si necesitan un papel para hacer de su hermano menor y en vez de buscar a un actor que se le parezca un poco, resulta que tiene un hermano pequeño que es actor, pues eso que se quitan. Y fue lo que Matt hizo en la serie Gimme a Break en 1986, interpretar a Matthew Donovan, hermano de Joey. Encima no tienen que pensar ni en nombres, menudo chollo.
También era muy válido para los flashback, como en Blossom, donde Matt era la versión pequeña de Joey en varios capítulos. Ventaja es eso de tener un hermano mayor en la tele, ¿no?


Pero sus primeros papeles sí que los consiguió él solito, por ejemplo en su primera serie como miembro del reparto principal: Sara, en 1985, protagonizada por Geena Davis, una abogada que monta un bufete con dos viejos amigos, fórmula que funcionaria mucho mejor en Ally McBeal porque esta serie sólo duró 13 episodios. Aun no le habían dicho a Geena que lo suyo era el cine… Aquí Matt interpretó a Jesse Webber, el hijo del vecino de Sara, y contaba solamente con 5 añitos.

Y justo un año antes, en el 84, debutaba ante las cámaras en una de las series más aclamadas de la historia: Dinastía. Con 4 años se metió en el papel de Danny Carrington, hijo de Steven y Sammy Jo, mi querida Heather Locklear, y nieto de Blake y Alexis. Eso es entrar de forma épica en el mundo del espectáculo y lo demás es tontería. Claro, que solo le duró 3 episodios la gracia, porque resulta que el personaje crecía más rápido que el actor y tenían que cambiar de niño cada dos por tres, no me preguntéis por qué.

Un paso no muy discreto por la televisión, donde también ha hecho apariciones en series como CSI Miami (parece que cuando un actor se aburre le da por irse a esa serie), Profesores de Boston, Melissa & Joey (¿cómo, cómo no iba a salir aquí?) y más actualmente en Girl Meets World, recordando su papel de Jack Hunter.

Y si hablamos de televisión, no pueden faltar los gloriosos telefilms, claro que no, y Matt ha hecho unos cuantos. El primero en 1988, titulado David. Basada en un hecho real, Matt es David Rothenberg, un niño que fue quemado por su padre en el 90% de su cuerpo. Un caso que estremeció a Estados Unidos y como toda tragedia que se precie, he aquí el telefilm. El reparto también contaba con, entre otros, John Glover y Dan Lauria.



La reina de las sobremesas, Melissa Gilbert, también trabajó con Matt, interpretando a su madrastra en Pensaré mucho en ti, en 1990. Esta mujer sí que es experta en dramas, así que, aunque no he visto la película, me imagino que una comedia no es.
Pero es en los telefilms dónde más se le ha visto con sus hermanos, porque han hecho nada menos que cuatro películas juntos. La primera en 1996, Brothers of the Frontier, a lo Pasión de Gavilanes en la que también sale Zack Morris. No comprendo cómo no he podido verla.


Después, en el 99, hicieron dos: Horse Sense (es Disney, no le deis más vueltas) y Family Tree, en la que Joey no aparece, pero bueno, ya podían tirar solos.
Y la última hasta ahora, que nunca se sabe, en el 2001, Jumping Ship en la que básicamente se dedican a estar toda la película en la playa.
Seguro que ni en Acción de Gracias se ven tanto.

Y es en el cine donde la mayoría le va a conocer más. Porque, ¿quién no ha visto Señora Doubtfire? En serio, ¿quién? Pues sí, Matt es Chris, el hijo mediano de Robin Williams y de Sally Field por supuesto. No fue su primera película, pero sí la más famosa y donde se dio a conocer de por vida.


En 1998 apareció en la siguiente, Strike, con Kirseten Dunst y Rachael Leigh Cook entre otras. También se le puede ver en Este cuerpo no es el mío, en 2002, donde interpreta a Billy y en Una ruta inesperada, de 2008, junto a Nathan Fillion y Bryce Johnson.

Una carrera, que a la larga no está nada mal, ¡muchos la quisieran! Aunque llevamos tiempo sin oír nada nuevo. ¿Se le habrá pasado su momento o está preparando algo con lo que sorprender más que nunca? Pues adivina no soy, pero lo que sí sé es que me tendrá para echarle un ojillo a aquello que quiera hacer y sí bueno, a él también. 
Pero si alguien te dice, ¿qué ha sido el niño de la Señora Doubtfire? Ya sabes qué decirle. 

domingo, 22 de mayo de 2016

10 momentazos de Charmed que no he olvidado en 10 años


Por estas fechas van finalizando las temporadas de las series o las series ya, así que son momentos muy duros para un seriéfilo. Y esto, claro, ha venido pasando año tras año, así que también tenemos un montón de aniversarios que celebrar por estos meses, cual comunión pero más barato, que lo máximo que hay que pagar es una bolsa de palomitas para comerla mientras rememoras ese último capítulo. Se prefiere, ¿no?

Y hablando de aniversarios, qué casualidad oye, ayer (21 de mayo) fue el de Embrujadas. 10 años del final de esta mágica serie que ha marcado la adolescencia de muchos. Estas cosas tienen su parte buena y su parte mala, como todo. Por un lado, recuerdan nuestra serie allá donde entres, sus actores se ponen nostálgicos (y nosotros más aun) y te hace ilusión ver cuánto amor hay aun por ella. Suena moñas pero es verdad, que yo hay series a las que he querido más que a muchas personas. ¿Soy la única? No, ¿verdad?
Pero lo negativo es que te hace sentirte mayor. Muy mayor. Y es que cada vez que se habla de fechas, en este caso 10 años, te das cuenta realmente de que han pasado a lo Flash, porque recuerdo perfectamente estar sentada viendo en Telecinco el último capítulo de estas brujas ahí con la lagrimita colgando e ir corriendo después al MSN a comentarlo… y esa imagen la veo como si hubieran pasado dos días. ¡Socorro! ¿Cuándo me hice mayor?

Pero hay que quedarse siempre con lo positivo, ¿no? Y Embrujadas nos ha dado muchas cosas buenas, de esas que no se olvidan ni en 10 años.
Así que esta es mi particular celebración, con mis 10 momentos favoritos. Y con spoilers por supuesto.



1. Cuando Prue conoció a sus sobrinos Chris y Wyatt… ah no, que esto no ha ocurrido en la serie, perdón. Es que con eso de que en la convenciones sí se han visto pues una se confunde. 
Pero sí que ese último capítulo está dentro de mis favoritos, aparte de porque lo considero un buen final en general, tiene escenas muy memorables como cuando las tres hermanas están escribiendo en el Libro de las Sombras contando su futuro, o Piper y Leo de viejitos subiendo las escaleras o esa reunión de CASI toda la familia. Que claro, Prue se había puesto mala en el cielo y no pudo asistir, pobre. 




2. Antes de ese capítulo, en el penúltimo, hubo un momentazo con mayúsculas que recuerdo que me dejó con la boca abierta y sé que los efectos especiales no son para ello, pero yo primero disfruto el contenido y luego ya asimilo los fallos. Y es que, que la mansión entera se venga abajo, pues impresiona.
Hablo de cuando Billie y su querida hermanita le buscaron la guerra a las Halliwell y ni cortas ni perezosas, las cinco lucharon con todos sus poderes, más otros añadidos. Así pasó, que la casa tenía tantos años que no pudo aguantarlo y explotó. Lo peor vino cuando Piper encontró a sus hermanas muertas y cuando coge a Phoebe en sus brazos, yo me vine abajo. Sólo de pensarlo me sale la vena poeta. Sabías que no podían morir, pero hubo ahí un momento de dudas porque bien podrían haber ido a por un final trágico. Menos mal que no.



3. Y si de muertes falsas hablamos, la de Piper está en el primer puesto. Espera, ¿cuál de ellas? Es verdad, que ya perdimos la cuenta de cuantas veces se cargaron a la pobre. Justo en el capítulo que muere Prue, primeramente la que muere es Piper. Bueno, es que es la muerte que vivimos porque la de Prue la dejaron ahí colgada en plan “ya te enterarás si sobrevive en la siguiente temporada porque ahora no lo sabemos ni nosotros”. Y fue muy angustioso. Lo primero, porque se vive una tensión tremenda en todo el capítulo, pero no te esperas que una loca vaya a disparar a Piper por la ventana. Y el momento en el que Prue va a llevarla al hospital mientras llama desesperada a Leo y no puede salir porque está todo eso lleno de periodistas y gente cotilla y empieza a quitarlos del medio usando sus poderes, si no es mi escena favorita de toda la serie, poco le falta. Y para que no se diga que siempre me meto con ella, menuda interpretación se marca ahí la amiga Shannen, aunque yo nunca la he criticado como actriz, que conste. Fantásticas también ella y Holly cuando finalmente Piper muere en el hospital.




4. Cuando Phoebe se pasa al lado oscuro. Nunca fui muy entusiasta de la pareja Phoebe y Cole, yo Piper y Leo forevah, pero sí que me gustó las grandes tramas que le dio a la serie. Como cuando descubren que es Belthazor, cuando Phoebe le deja ir, cuando le quitan sus poderes… Pero desde que Cole se convierte en La Fuente, todo eso mejora aun más, que encima Phoebe se casa con él y no todos los días una se convierte en la señora del inframundo. 
Y claro, por amor pues cede a sus encantos y pasa de ser una Embrujada para convertirse en la reina de todo mal, casi nada. Me encanta ver por unos momentos a Phoebe como maligna, embarazada y de coleguis con los demonios. Pero al final, la cabra tira para el monte y ayuda a sus hermanas cargándose a algunos de ellos. El momentazo definitivo es cuando tiene que elegir de verdad, porque eso de jugar a dos bandos no puede ser, y se une a sus hermanas para matar a Cole. 




5. El comienzo de todo. No estoy llevando un orden específico como se puede ver, ni siquiera por preferencia porque no podría, así que esta es tan buena posición como cualquiera para nombrar EL momento. Porque sin esto, no hubiera ocurrido nada de lo demás y la serie sería una serie sobre tres hermanas que hablan de sus novios y se pelean de vez en cuando. Qué rollo, ¿no? 
En fin, el primer capítulo es mítico, todo él. Pero es cuando Phoebe (me encanta que sea Phoebe) sube al ático toda decidida ella y ve un libro de los que su abuela no la leía cuando era pequeña, donde empieza todo. Un libro de magia que no es Harry Potter, que nada más ponerse a leer activa El Poder de Tres. Se me empuntan los pelos eh. No tiene acción, ni drama, ni nada, pero a mí que nadie me discuta que esta escena no es de las mejores de la serie. 




6. Y del principio de la primera temporada, nos vamos al final. Con la primera muerte importante de la serie y la única humana creo recordar, matarme a mí si estoy equivocada. Hablo de Andy Trudeau, policía y el gran amor de Prue
Me encanta este capítulo porque se revive todo una y otra vez, hasta tiene momentos divertidos con Piper y su mancha de salsa, pero se pasa mal cuando vemos morir primero a Phoebe, después a Phoebe y Piper (¡su primera vez!) y finalmente a Andy y esta vez ya no pueden retroceder el tiempo, que mala suerte oye. Momento triste del que Prue se culpa durante varios episodios y que le hace pensar que no es tan perfecta… ¡eso sí que es histórico!




7. Como he dicho, mi pareja favorita de esta serie son Piper y Leo desde el principio y podría nombrar cien escenas suyas como parte de mis favoritas: cuando Piper descubre que es un Luz Blanca y tiene que cambiar sus poderes con los de él para salvarle, cuando él le salva a ella desde el más allá, su prohibida boda, Leo ascendido a Anciano y Piper de Diosa… y la mayoría tristes ¿eh? que se vea que soy masoca. 
Pero si me tengo que quedar con uno que me destrozó completamente es cuando, en la octava temporada, las hermanas le piden al Ángel del Destino que se lleve a Leo para poder salvarlo del Ángel de la muerte, pero solo se lo devolverán si vencen al Gran Mal. Ver ahí a todas como lloran, incluida Billie, mientras congelan al pobre Leo pues sí, es un momentazo y sí, soy masoca. Me encanta sufrir en las series.




8. Pero no todo en esta serie es triste, ni impresionante. También tiene muchos momentos divertidos en los que casi parece que estés viendo una comedia y me encantan todos ellos. Pero uno que destaco totalmente y no sé por qué, es cuando cada una pierde un sentido: Phoebe el oído, Paige la voz y Piper la vista. Como episodio es normalito, un demonio que las ataca como siempre y poco más, pero las escenas en las que están las tres juntas tratando de comunicarse sin esos sentidos y, claro está, sin enterarse de nada, para mí es de lo mejor de la serie. Es de los momentos absurdos que me gustan con los que me parto inevitablemente. 



9. Aquí voy a hacer un poco de trampa y voy a meter en plan sándwich todo el principio de la cuarta temporada. Y es que no se puede elegir un solo momento porque fue, sin duda, el punto más crítico de toda la serie. 
La muerte de Prue, a pesar de quien la interpreta, fue sorprendente. Era como impensable que una Embrujada pudiera morir realmente. Y la llegada de Paige fue otro gran momentazo de la serie, de los más importantes. Y además todo de golpe, Phoebe y Piper la conocen en pleno funeral de Prue, a continuación se enteran que es su hermana, Paige sin saber que es una bruja tiene que ayudar a matar a Shax, después conoce a su madre biológica que llega del más allá… demasiadas emociones en tan pocas semanas, que querían que nos diera un chungo o algo. Y claro, todos estábamos un poco sin saber que sentir. Que por un lado aun no nos acostumbrábamos a que Prue no estuviera, por otro Paige solo quería hacer las cosas bien la pobre… momentos difíciles. 
Pero para mi, el mejor momento de todo ese bloque es cuando Piper se convierte en furia y Paige se la lleva al cementerio para que pueda sacar todas sus emociones y “odiar” a Prue. ¿Qué queréis que os diga? A mí me ganó con eso y a partir de ahí team Paige total.




10. Tengo un demonio favorito y ese es Barbas, el demonio del miedo que aparece en viernes 13 y mata a las brujas con su mayor temor. Cada vez que sale en la serie ya se sabe que va a ser un buen capítulo. 
Y la primera vez que lo hizo fue en la primera temporada, centrándose sobre todo en ir a por Prue. Pero también intentó un 2x1 como en el Carrefour y trató de matar a Phoebe viendo morir a Prue, ingenioso el hombre. Y es que el mayor temor de Phoebe era perder a una hermana (debió de superarlo porque cuando muere Prue en la tercera temporada a ella no le pasa nada…) y el de Prue el agua, porque su madre murió ahogada. Tremenda escena cuando Prue está intentando salir a flote de la piscina y Phoebe está maniatada y amordazada, desesperada sin poder ayudarla. Y es su madre nada menos quien la salva, en espíritu claro. Momentazo de hermanísimas entre Prue y Phoebe que no se verían muchos más a lo largo de la serie.  




Sé que me he dejado muchos fuera y me ha costado hacerlo, pero para eso necesitaríamos otros 10 años. Siempre podéis dejarme vuestros favoritos en los comentarios, si es que no coincidís conmigo. Porque en realidad esta entrada ha sido una excusa para recordar una de mis series favoritas y revivir esas grandes escenas que nos dio, que son 10 años ya sin ellas y se las echa de menos. 

Pero quien sabe, quizá vuelvan. Qué sorpresa, ¿eh? una serie de los 90 regresando, ¡¿qué locura es esa?! Me reservaré mi opinión para otra ocasión, pero los rumores están ahí. Yo de momento, las seguiré echando de menos. 

domingo, 15 de mayo de 2016

Personajes o cómo volví a ser adolescente

Que los actores casi nunca tienen la edad que representan sus personajes, lo sabemos todos. Ahí es donde mejor pueden aprovechar a quitarse esos añitos que van pesando y tan contentos, que pueden poner la excusa de "lo exige el guión" y a ver quién se lo echa en cara.
Las series y películas teen son las más dadas a este caso, más que nada porque en las demás no solemos conocer la edad de los personajes. Sabemos que la cosa ronda entre los 30 y los 50 y no nos vamos a poner ahí a echar cuentas porque en realidad ¿qué más da?

Pero basándose en el instituto, se decantan ellos solos. Tienen que tener entre 15 y 18 años, a no ser que a alguno se le atragante algún curso, pero esas cosas no pasan en la tele. Siempre consiguen graduarse por mucho que hagan y si no, se moviliza a todo un instituto para que protesten por ti, ¿verdad Donna Martin? Así que sí, no pueden superar los 18 años.
Pero es que parece que no hay actores adolescentes suficientes o les gusta eso de rememorar su época de estudiantes delante de las cámaras, no me lo explico, pero en muy pocas ocasiones tienen su edad real.

Algunos aun conservan un aspecto juvenil e incluso aniñado y fácilmente pueden pasar por unos chavalines de 16 aunque hayan superado la veintena. Pero en otros me pregunto seriamente: ¿De verdad no encontraron a nadie más joven? ¿Tanto les gustaba ese actor o actriz para darle ese papel sabiendo que TANTO se notaba? ¿A los propios actores no les daba vergüenza parecer los padres de todos? Que sabemos que la pela es la pela y la fama pues oye, que antes de estas series ni pasando dos veces por su lado te sonaban de algo, vale, pero hay otros muchos papeles que se pueden hacer sin quedar tan ridículo con las carpetas en las manos. Y por mucho que lo disimulen, tampoco hemos nacido ayer y NO cuela.

Aquí van algunos de los intentos más descarados en las series de hacernos creer lo adolescentes que son.

Troian Bellisario – Pretty Little Liars
El caso más actual que conozco es el de esta pequeña mentirosa. Ignoremos que se han tirado seis años en el instituto, porque claro, tanto perseguir a A no les ha dado lugar a usar el cerebro mucho y los estudios se alargan claro, la culpa no es de ellas. Ninguna empezó esta serie teniendo la edad escolar, pero la amiga Troian tenía nada menos que 25 años, mientras que su personaje Spencer tenía 16.
Menos mal que es la inteligente del grupo, porque cuando se graduó tenía 31… Vamos, es que ni con el salto de los cinco años ha conseguido igualarse porque ahora se supone que Spencer tiene 23 años. Pero si sólo es un año menor que el profesor Ezra que le saca tropecientos años a Aria y ella tiene la misma edad que Spencer. Todo muy lógico ¿no? Esta serie tiene tantas incoherencias, que la edad también tenía que ser una de ellas.


Gabrielle Carteris – Sensación de vivir
Y pasamos del más actual al más clásico, que no puede faltar nunca. Como la historia de Acción de Gracias de Chandler Bing, todo el mundo lo conoce pero hay que contarlo porque si no, no sería lo mismo. Y es que Andrea es un clásico en esto de la edad, claro que sí. ¿Por qué otra cosa iba a pasar a la historia entonces?
Igualmente, en Beverly Hills casi todos tenían sus añitos pero más o menos colaba. Dylan no, pero ¿a quién le importa? Era Dylan ¿Vale? Sin embargo, la señora (sí, señora) Gabrielle comenzó la serie con 29 años. 29. Que sí, en serio. Casi el doble de edad que su personaje Andrea, que tenía 16. Y no, ella no contaba con un aspecto muy juvenil, de hecho se notaba su edad. Vamos, que la propia actriz ha reconocido que mintió sobre su edad en el casting y que ella misma se sorprendió cuando le dieron el papel.
Hay quien falsifica su carnet para poder entrar a una discoteca y ella lo hizo para irse a Beverly Hills, ¿por qué no? Lo gracioso era verla rodeada de aquellos mocosos de 18 años o de veintipocos y tratar de encajarla, porque no había forma. Esta era una de las muchas razones por las que siempre he pensado que Andrea no pintaba nada en esa serie. Y si Gabrielle deseaba tanto estar ahí, podría haberse presentado al papel de Cindy Walsh. Se le acercaba más.


Thomas Calabro – Melrose Place
La hermana menor también tuvo sus confusiones en la edad. En Melrose Place ya habían pasado la época del instituto, de la universidad y todos tenían su trabajo ya, por lo cual no teníamos por qué saber los años de los protagonistas y no los sabíamos. Pero deduciendo un poco, Michael y Jane fueron al instituto juntos, lo dicen varias veces durante toda la serie. Para empezar, Thomas Calabro es 11 años mayor que Josie Bissett. Toma. Pero hay más.
En un capítulo (y que gran capítulo), Michael y Jane se reencuentran en una reunión del instituto de esas de diez años después y hay una foto suya que pone que se graduaron en 1988. La serie comenzó en el 92 y como las matemáticas no fallan, ambos tenían 22 años en esa primera temporada. Josie sí tenía la misma edad, pero Thomas tenía 33 años, también 11 años más que su personaje.
A ver Michael, yo te adoro, pero ¿en la misma clase que Jane? ¿Cuántos cursos repetiste?


Charisma Carpenter –Buffy Cazavampiros 
Las primeras temporadas de Buffy también se desarrollaban en el instituto y sus actores muy adolescentes no eran, pero dan el pego bien. Sobre todo si les ponen ropa de niña como a Alyson Hannigan. Sin embargo, lo de Charisma Carpenter por muchas coletas y falditas de animadora que lleve, no tiene arreglo. Y es que tenía 27 castañas, 10 más que su personaje Cordelia.
Debió de pensar que con eso de que los vampiros no envejecen a ella se le pegaría algo, pero lo que parecía más bien era la profesora de todos ellos. Menos mal que en Ángel ya pasaron de su edad, que ni tenía que ver con la trama y así podía relajarse haciendo su papel sin tratar de aparentar nada inútilmente y se pudo lucir.


Brock Burnett – Las gemelas de Sweet Valley
Como se puede ver, en todas las series hay algún infiltrado madurito. En el caso de estas gemelas, contaban con el millonario Bruce Patman I (porque sí, hubo dos) que bien podría haber sido el tío de alguno, ya que tenía 28 años mientras que en la serie eran 16. Casi nada. Poco podía disimularse cuando tenía su cara grisácea y los demás eran pequeños imberbes. Quizá por eso el pobre no fuera más que un secundario, para no hacerle coger complejo de viájeles.
Pero siempre tendré la intriga de si el otro Bruce encajaba más en la edad o no, porque es aun más desconocido y ni su fecha de nacimiento se sabe.


JoAnn Willette – Somos Diez 
Aquí hablaba de esta serie, pero me dejé en el tintero este caso curioso. JoAnn interpretaba a Connie y la verdad es que no recuerdo cuantos años tenía el personaje, pero era la cuarta de las hermanas así que yo diría que unos 15.
Lo que sí sé es que la actriz por aquel entonces contaba con 25 años y que tenía un año más que Heather Langenkamp, la que hacía de la hermana mayor de todos. Vamos, que la pequeña de las cuatro era en realidad la más mayor. Desde luego... Eso sí, he aquí una de las que sí colaba. No sé si porque las otras tres aparentaban más o a ella, entre sus coletas, su ropa hortera y, más claro aun, su cara de niña, se le esfumaron esos 10 años como si nada. Seguro que ahora, que es cuando más falta podría hacerle, no le ocurre lo mismo. Cosas de la vida.


Ben McKenzie – The OC
Antes de hacerse colega de Batman en Gotham, fue un adolescente rebelde en Newport Beach. Bueno, eso pretendía. Ryan Atwood, tenía 16 años como casi todos los personajes que se nombran, así que sí lo era. Pero Ben hacía tiempo que había dejado atrás esa edad porque ya sumaba 25 tacazos cuando empezó la serie.
Se le notara la diferencia o no, podía poner la excusa de que los chicos problemáticos llevan más el peso de los años en la cara de tantos sufrimientos y que se había metido muy bien en el papel. Al menos eso de ser un serio se le da genial.


Leslie Grossman – Popular 
Decir que, adoro a Mary Cherry y no me imagino a nadie que no sea Leslie interpretándola. Por costumbre y porque dudo que alguien pudiera hacerlo mejor que ella, sinceramente, porque no cualquiera podría interpretar a un personaje así. Ryan Murphy tuvo que pensar lo mismo cuando le dio el papel, obvio. Justificado queda. Eso no quiere decir que no se note, porque Leslie tenía 28 años y Mary Cherry 16. Demasiada diferencia y también con los demás actores como para no darse cuenta. Con decir que su madre sólo tenía 15 años más que ella… pero el personaje ya era tan ridículo de por sí, que la edad era lo menos raro en ella. Es tan sumamente grande que cómo si quiere tener 50 años. ¡Amamos a Mary Cherry, que también se note!


Bianca Lawson – Todas las series
Yo quiero ser como Bianca Lawson, de verdad. Lleva más de 20 años teniendo 16.
¿Quién dijo que hacía falta ser vampiro o alguna especie muerta para no envejecer? Sólo hay que ser como ella. Y su caso es digno de Expediente X, aunque ni ellos podrían averiguar qué clase de trato ha hecho con el diablo.
Empezó en series como Salvados por la campana la nueva clase y Buffy Cazavampiros siendo una adolescente de verdad. Bien. En Dawson Crece ya tenía 20, pero seguía pasando. En Vida secreta de una adolescente tenía 30 y venga, que todavía creía que podría seguir colando ¿en serio? pero yo ya cuando la vi en Pretty Little Liars con 32 años me quedé ojiplática. Menos mal que era un personaje secundario, porque cada vez que la veía aparecer por el instituto tan ancha yo decía: ¿Pero de verdad se piensa que aparenta 16? Que alguien le haga ver la realidad por favor, ¡se le notan las arrugas! Yo sufría.
Recientemente en Teen Wolf volvió al instituto, pero como profesora. Uf qué susto. Parece que por fin se ha hecho con un espejo y ha renunciado a su eterna adolescencia. ¿Pero por cuánto tiempo? Ya anda cerca de los 40 años, así que espero que no tenga una recaída y coja los libros. Vivo intranquila.


Dustin Diamond – Salvados por la campana

Hay ocasiones en que los actores tampoco tienen la edad del personaje, pero porque son más pequeños. 
En la nombrada Pretty Little Liars, que ahí hay de todo como podéis ver, Sasha Pieterse empezó a interpretar a Alison DiLaurentis con 14 años. Sí, unas tiarronas de veintitantos se dejaban mangonear por una niña. Pero bueno, con los cuatro kilos de maquillaje y demás, no se le notaba demasiado.

Pero en el caso del mítico Screech, sí había más diferencia. Cuando comenzó Salvados por la campana, los personajes tenían 15 años y bueno, la mayoría de los actores también. Sin embargo, Dustin era sólo un niño de 12 años y a esas edades ya se sabe que en sólo un año va un mundo y así pasaba, que se juntaba con Zack y Slater y eran el doble de cuerpo y de espabilados que él, pobrecito, y cuando todos andaban con sus parejas, él todavía jugaba con sus hormigas. Como para no estar traumado ahora. Con la excusa de que era el freak del grupo, quizá pensaron que no nos dimos cuenta de que aun no le habían crecido todos los dientes… ¡pero si tenía 16 años cuando se fueron a la universidad! Unos tan poco y otros demasiado. 

Casi ningún actor tiene la misma edad que su personaje, no, así que me he dejado muchos en el camino. Pero ya tenéis unos cuantos ejemplos si alguna vez os sentís mal con vuestra edad y os quitáis algunos años, no os sintáis culpables. Si ellos pueden hacerlo colar, ¡nosotros también! A ver qué va a tener Bianca Lawson que no tenga yo... 

domingo, 8 de mayo de 2016

Volvemos al instituto con Romy y Michele

Si hay una película perfecta para mí basándome en (casi) todos mis gustos, esa es Romy y Michele. Comedia tonta, de la cosecha del gran cine de los 90, con música de los 80, basada en una reunión del instituto, parodia bestial de este tema y Lisa Kudrow. En serio, perfección absoluta.

Pero de forma general, Romy y Michele es uno de esos grandes clásicos escondidos. No es Titanic ni Pretty Woman, pero se ha hecho su huequito en las películas más recordadas de esa década. Que sí, que sé que no soy la única a la que estas dos rubias bobas le robaron el corazón. Y si no ¿cómo explicáis que hasta Jessica Alba se disfrazara junto a una amiga el pasado Halloween con el modelito que lucen al final de la película? Si, si. Vestidos míticos que llevan inspirado a las chicas americanas para sus disfraces desde tiempos inmemorables. Eso es 1997 vaya.



Y hablando de Pretty Woman, así es como empieza esta película, con las dos protagonistas disfrutando del chasco que le pega Julia Roberts a la dependienta cuando aparece bien vestida y con las manos llenas de compras.
Y es que la vida de Romy y Michele, dos amigas de toda la vida algo extravagantes/horteras, nada tiene que ver con la de Vivian. Romy White (Mira Sorvino. Me pasa como con Thelma y Louise. Nunca sé quien es quien) trabaja de cajera en un concesionario y Michele Weinberger (Lisa Kudrow) está en paro. Viven juntas a sus 28 años, que no es que sea un crimen pero en esa época se supone que ya debías estar casada a esa edad, o al menos con un Richard Gere en tu vida. Pues no, ellas no tienen ni pretendientes pero bien a gusto que están saliendo a bailar todas las noches.
Vamos, que para ellas mismas llevan una vida perfecta y no tienen queja alguna. Hasta que Romy se encuentra con Heather Mooney (Janeane Garofalo), una ex compañera de clase que le informa de la reunión que habrá próximamente de antiguos alumnos del instituto.


Sumergidas en la nostalgia, ambas amigas se ponen a hojear el anuario y a recordar viejas historias. ¿A quién no le ha pasado esto después de ver a antiguos compañeros? No mientas, dime que nunca has buscado a nadie del instituto en Facebook a ver que ha sido de su vida. Eh, ¿sí o no?
Pero después de este repaso, se dan cuenta de que su vida no ha cambiado nada en esos años y que no es tan guay como pensaban, porque no tienen nada con que impresionar a esos ex alumnos.
Y después de haber sido el objeto de las burlas y humillaciones de todos, hasta el punto de que a Michele le pegaron unos imanes en la espalda (llevaba un hierro por un problema en la columna, no es que fuera RoboCop) y a Romy le abandonara el chico de sus sueños en el baile de fin de curso, no quieren que eso se vuelva a repetir y deciden cambiar de vida antes de la reunión: conseguir un buen trabajo, dos buenos novios y un buen coche, vamos lo primordial para tener éxito...

Pero seamos realistas, eso no se consigue en dos días, o a lo mejor sí, pero basta que lo necesites para que no lo encuentres, siempre pasa eh. Entonces recurren al plan B, más fácil que todo lo anterior. Inventárselo todo. Total sólo van a verlos unas horas.
Y ya que se ponen a fingir, pues que sea a lo grande. Así que no se les ocurre otra cosa cómo que son dos ejecutivas que inventaron los Post-it. Porque eso de ser abogada de prestigio o escritora o astronauta pues no impresiona tanto, claro. Y se visten con trajes de chaqueta y todo, algo que sí impresiona viendo la indumentaria que llevan ellas normalmente. El problema viene al no ponerse de acuerdo sobre quien de las dos fue la primera en tener la idea en sí de los Post-it y discuten durante todo el camino, llegando a la reunión sin hablarse. Lo que pasa en esa reunión ya es mejor verlo, igual que el resto de la película.



Si hablamos de comedias absurdas, como se puede comprobar, esta es una de ellas. Pero lo mejor es que pretende serlo. Y es que ¿cómo tomarse en serio una película dónde bailan a trío la canción Time After Time en medio de la sala con todo el instituto mirando? Una de sus muchas perlas. Como el sueño de Michele. Si se pudiera enmarcar una escena, sería necesario que alguien lo hiciera con esa y dejarla en una exposición.

Buscan la exageración y la parodia en todo momento, porque todos los tópicos habidos y por haber de los institutos americanos, no faltan aquí. Las chicas populares híper mega guays, el jugador de football-tío bueno, la rara-gótica que siempre va sola fumando, el solitario rebelde que se fuma los cigarros y las clases, el feucho-empollón-invisible, las dos pardillas que siempre están juntas… y sí, todo eso nos encanta, o por lo menos a mí, pero hay que reconocer que una vez visto algo teen, ya lo has visto todo porque no varía nada. Da igual en que género lo hagan, que siempre es igual. Y aquí explotan eso al máximo. ¿Qué quieres ver cómo las popus machacan a las raras pero al final son ellas las que quedan humilladas porque en realidad no valen nada? ¿Y cómo el tío bueno termina siendo un imbécil y al final el chico que merece la pena es ese que ignorabas por completo? Pues tómalo pero multiplicado por mil. Claro, todo eso visto en unas señoras de 30 años causa su gracia. Porque es eso, no es una película de adolescentes sino sobre ellos y de ahí la parodia.



El humor, igualmente tan absurdo que roza lo brillante. Y no olvidemos que una de las protagonistas es Lisa Kudrow y si algo aprendí de Friends, además de que los descansos no son buenos, es que en cualquier sitio dónde aparezca esta mujer me voy a reír y mucho. Sí, ha hecho papeles serios, no soy quien para encasillar a nadie, pero su locura y extravagancia tan únicas siempre salen a relucir aunque sea un poquito. En esta película es demasiado y es quien lleva todo ese peso de las dos, aunque Mira Sorvino también hace una buena interpretación, que por algo es poseedora de un Oscar.
Muy destacable y tronchante la pequeña aparición de un, por entonces, desconocido Justin Theroux como el chico malote y los siempre geniales Alan Cumming y Janeane Garofalo, papelazos.



Y sí, si no hablo de la Banda Sonora reviento. Ya dije que era ochentera y no hay más. Me ganan. Bueno, la primera que suena es un temazo de No Doubt, que no es Don’t Speak sino Just a Girl y esa es de los 90. Pero tenemos joyas como Addicted to Love, Dance Hall Days, Karma Chameleon, la ya mencionada Time After Time, Don’t Get Me Wrong, Venus y como colofón y con lo que se ganaron mi amor absoluto: Heaven is a Place on Earth, de Belinda Carlisle, por favor.

Una de las mejores comedias que he visto sin duda, que recomiendo encarecidamente. Con decir que en mi adolescencia llegué a rallar el VHS de tanto ponerlo y que después la película estuvo descatalogadisima durante años y cuando me enteré de que volvían a tener el DVD en Fnac fui corriendo a comprarlo… no exagero. Bueno vale, fui en tren, no corriendo, pero sí que estuve allí el mismo día que la pusieron a la venta.
Y es que una película así merece la pena tenerla y verla unas mil veces, o al menos una. Venga, con eso me conformo.